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CIUDADES SOSTENIBLES

Por: Juan C. Gallisá, Arquitecto

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“La Ciudad es una organización espacial de personas y actividades especializadas diseñada para maximizar

los intercambios; a nivel local, la ciudad es el mejor medio de interrelacionar actividades sociales

y económicas para máximo beneficio de todas ellas.”

Ronald Abler, John S. Adams y Peter Gould, geógrafos

“El elemento colectivo y el privado, sociedad e individuo, se contraponen y se confunden en la ciudad,

constituida por tantos pequeños seres que buscan una sistematización y, al mismo tiempo, juntamente con ella,

un ambiente para ellos, más adecuado al ambiente general.”

Aldo Rossi, arquitecto, urbanista

Las ciudades han existido por diferentes razones sociales, económicas y físicas. Desde hace más de 8,000 años, el ser humano comenzó a dejar de ser un cazador nómada en un ambiente natural para comenzar a crear su medioambiente construido, usando la agricultura y la domesticación de animales para su sustento. La evolución de las diferentes culturas con sus religiones y sistemas políticos, con el desarrollo social, tecnológico y económico de sus sectores agrícolas, industriales y de servicios han tenido una enorme influencia en la forma física de las ciudades y en su funcionamiento.

El concepto de sostenibilidad, definido por las Naciones Unidas como “satisfacer las necesidades del presente sin sacrificar las necesidades de nuestras futuras generaciones”, se concibió como un modelo de desarrollo para nuestro futuro común en el planeta en que vivimos. Esta visión está basada en el planeta tierra como ecosistema cerrado, donde los recursos que se consumen pueden ser regenerados por la naturaleza biológica del planeta. Al trasladar este concepto de sostenibilidad a escalas más pequeñas de regiones geográficas designadas como países, ciudades, pueblos o barrios, se corre el riesgo de confundir la sostenibilidad con la autosuficiencia, entendiendo este último concepto como la capacidad de subsistir de forma independiente.

Por su naturaleza, las ciudades no se desarrollaron para que fueran autosuficientes. Las ciudades han tenido una profunda relación de dependencia con las regiones naturales donde se han ubicado y con otras ciudades entre sí. Por tanto, para catalogar una ciudad como sostenible, no solo tendríamos que entrar a analizar un sinnúmero de elementos que la componen, como su condición geográfica, su morfología, su tecnología, su sistema económico y social y el comportamiento cívico de su ciudadanía en cuanto a sus patrones de producción y consumo, sino que también tendríamos que analizar la interrelación que existe entre las diferentes ciudades y países en una región geográfica y, posiblemente, extender el análisis hasta llegar a una escala global.

Si el planeta tierra tuviera un desarrollo sostenible, pudiéramos pensar que muchas de las ciudades que han sido sostenibles hasta este momento pudieran continuar siéndolo en el futuro, ya que los recursos que una ciudad pudiera necesitar podrían ser suministrados por otras. Lamentablemente, la condición global que estamos viendo en esta época no apunta a un futuro con la misma cantidad de intercambios que hemos tenido hasta el momento. Cada día somos más habitantes y consumimos más recursos en un planeta que pierde más la capacidad de regenerarlos. Comenzamos a ver cómo el efecto del cambio climático va impactando terrenos que hoy son productivos y que mañana podrían no serlo. Súmele a esto la continua merma en los abastos de petróleo en el planeta y la alta dependencia de este combustible para mover por aire, tierra y mar las materias primas y los bienes que consumimos. (La transportación aérea, terrestre y marítima es 95% dependiente del petróleo).

Con este cúmulo de eventos que se nos avecinan en un futuro cercano, bien sería prudente desarrollar nuestras ciudades para ser más autosuficientes. De esta manera podremos perseguir el concepto de sostenibilidad con más oportunidades de éxito. Para lograrlo, debemos emprender dos estrategias principales: reducir las dependencias y hacer el mejor uso posible de los recursos naturales que se tengan.

Si comenzamos a trabajar con las dependencias principales, tendríamos que atender la energética, la alimentaria, así como la dependencia económica y de bienes de consumo.

El desarrollo tecnológico de las ciudades desde el último siglo hasta el presente ha sido altamente dependiente de la energía producida por el petróleo y por otros combustibles fósiles. Hoy en día, utilizamos esta fuente de energía para extraer recursos, producir bienes, alimentos y servicios, para transportarlos a donde los necesitamos, así como para transportarnos las personas a donde lo requerimos. Para reducir esta dependencia energética, primero, debemos reducir el consumo de energía en nuestro diario vivir y, segundo, producir energía mediante fuentes renovables como la solar, la eólica, la termal y otras. Este asunto es medular en una ciudad que busque alcanzar su sostenibilidad, ya que el manejo de la energía influye en muchos otros asuntos del desarrollo y funcionamiento de las ciudades.

La alimentación es posiblemente la necesidad básica más importante para nuestra subsistencia. La producción de alimento en los pasados años se ha desarrollado con una alta dependencia de la energía de combustibles fósiles para producirla, elaborarla y transportarla. En un mundo donde cada vez somos más y los recursos son menos, sería iluso de nuestra parte pensar que los alimentos nos van a seguir llegando a nuestra mesa según la cantidad y el precio acostumbrado. Por tanto, las ciudades deben producir una buena cantidad de los alimentos que consumen, asegurando una buena cantidad de terrenos cultivables en su periferia y desarrollando en su interior un buen sistema de agricultura urbana.

El desarrollo económico de las ciudades debe proveer las necesidades básicas del ser humano de forma equitativa, así como reconocer el valor de los recursos naturales para conservarlos. Debe garantizarse el acceso a agua potable, comida, casa, aire, agua y tierras limpias, así como un ambiente saludable y seguro. La economía de las ciudades también tiene una alta dependencia de la energía para producir bienes y para importarlos de otros sitios más lejanos. Por tanto, la economía de las ciudades debe cambiar la tendencia a la globalización desarrollada en los últimos años por un desarrollo más local o bioregional. Esto supone una mayor variedad de bienes producidos localmente y una educación ciudadana para consumir estos productos locales. El desarrollo económico debe ir de la mano con el desarrollo social, cambiando paradigmas para enfatizar que lo importante es buscar ser más, no el buscar tener más.

Además de reducir las dependencias, las ciudades tienen que hacer el mejor uso posible de sus recursos naturales. Debemos conservar los recursos que nos sostienen ecológicamente, como nuestros cuerpos de agua, nuestros terrenos de cultivo y, no menos importante, los terrenos naturales donde habita una gran biodiversidad que nos acompaña en el planeta. Así pues, el modo en que desarrollamos el territorio y, principalmente, nuestro modelo de urbanización debe ser coherente, funcional y cónsono con el medioambiente natural. Debemos fomentar las ciudades compactas de mediana y alta densidad para evitar el desparrame de las áreas urbanizadas que cada día consume e impacta negativamente una mayor cantidad de recursos naturales. Los diferentes sectores urbanos deben tener usos mixtos de vivienda, trabajo, comercio, servicios, recreación y otros servicios necesarios para nuestra vida diaria. De esta manera, podemos fomentar el acceso peatonal a una mayor cantidad de los establecimientos de servicio a los que acudimos y de las actividades que realizamos, liberándonos en lo más posible de la dependencia del automóvil.

Lograr este modelo de Ciudad Sostenible es una tarea de toda la ciudadanía. Necesitamos un sistema de gobernanza que fomente la participación ciudadana en la toma de decisiones, de manera que el bien común predomine sobre los diferentes intereses particulares que hoy día luchan en nuestra sociedad.

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