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Cueva María de la Cruz:

VENTANA A UN MUNDO MARAVILLOSO

Por: Jaime Torres Torres

Visitar el Parque Histórico Cueva María de la Cruz en Loíza es abrir una puerta al conocimiento de una de las más deslumbrantes maravillas de Puerto Rico y el Caribe.

No ha habido huracanes ni terremotos que, a través de la historia, hayan desplomado la Cueva María de la Cruz, un imponente paraje de gran atractivo turístico, tanto local como internacional, localizado en el Barrio Las Cuevas, entre la PR-188 y la PR-951, en Loíza.

La edificación natural de piedra caliza, contigua al Centro TAU de la Fundación Ricky Martin, es la representación más elocuente de la resistencia y el carácter que distinguen a Loíza, Capital de la Tradición que, por generaciones, ha luchado contra estigmas sociales y prejuicios raciales.

La Cueva María de la Cruz, atracción principal del Parque Histórico que lleva su nombre, fue declarada monumento histórico y patrimonio nacional el 18 de febrero de 1972, luego de las investigaciones y hallazgos arqueológicos del antropólogo Dr. Ricardo Alegría.

Durante las excavaciones realizadas en 1948 por Alegría y el personal del Centro de Investigaciones Arqueológicas de la Universidad de Puerto Rico se encontró evidencia de la cultura arcaica.

Los yacimientos arqueológicos hallados en la Cueva María de la Cruz, que incluso ha sido estudiada por el Instituto de Arqueo-logía del Colegio Universitario de Londres, Inglaterra, dan fe de que la vida en Puerto Rico se originó en sus inmediaciones.

Osamentas humanas y de animales, objetos en cerámica y fósiles marinos son evidencia de que la vida en el lugar se remonta a la época antes de Cristo. 

La Oficina Estatal de Conservación Histórica, adscrita a la Oficina del Gobernador de Puerto Rico, identifica la Cueva María de la Cruz como hábitat de la cultura precerámica arcaica que existió entre 4 mil años antes de Cristo y 200 años después.

Eso es así porque Loíza pertenece a la región de llanos costaneros del Norte de Puerto Rico. Sus tierras son muy fértiles y sus recursos hidrográficos son abundantes. La Cueva es aledaña al Río Grande de Loíza y su desembocadura al mar, por lo que es de suponer que fue un lugar estratégico y útil para la agricultura, la pesca y la navegación de las sociedades indígenas.

Se debe recordar que Loíza es posiblemente el pueblo de más lugares arqueológicos de Puerto Rico. La Cueva María de la Cruz, cuyas medidas son 164 pies de ancho, 82 pies de profundidad y 98 pies de altura, encabeza la lista de 72 lugares arqueológicos de Loíza documentados por la Oficina Estatal de Conservación Histórica. Es la madre de las cuevas porque en Loíza hay otras, como la Cueva Punta Maldonado o Cueva El Indio, Cueva Carmona, Cueva Bulón, Cueva Mela y Cueva Dolores.

En 1948 el Centro de Investigaciones Arqueológicas de la Universidad de Puerto Rico, con el doctor Alegría en la dirección de las excavaciones, encontró que la vida aquí comenzó con los indios arcaicos, primeros pobladores de las Antillas. En 1955 Ricardo Alegría y Henry Nicholson excavaron nuevamente, rescatando osamentas humanas y material cerámico. En 1962 Alegría regresó junto a Irving Rouse para tomar muestras y fijar una fecha aproximada de la presencia arcaica en la Cueva, estimando los arqueólogos según la evidencia estudiada que fue ocupada entre el año 90 A. C. y el 150 D. C.

En 2012, al conmemorar el primer aniversario del fallecimiento del Dr. Ricardo Alegría, el arqueólogo José Oliver, catedrático del Instituto de Arqueología del Colegio Universitario de Londres, se reunió en la Cueva con estudiantes de arqueología del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe para realizar varias excavaciones supervisadas por la profesora Isabel Rivera y por él.

La Cueva María de la Cruz fue refugio para indios e indias en eventos como tormentas y huracanes además de escondrijo para esclavos y esclavas africanas. Es un lugar en el que aun resta mucho por investigar antropológica y arqueológicamente. Se presume que sus inmediaciones son ricas en yacimientos. En una de las cuevas se observan estalagmitas y estalactitas, lo que sugiere que estuvo cubierta por el mar. Por el lugar aun discurre un canal subterráneo de agua salobre, lo que confirma el reciente hallazgo de remanentes de almejas y caracoles resultado de la erosión durante el paso de los huracanes Irma y María. 

El Dr. Jalil Sued Badillo, estudioso de la cultura indígena, afirma en su libro “Agüeybaná El Bravo: La recuperación de un símbolo” que Puerto Rico por su localización geográfica y sus recursos fue el destino social más atractivo del Caribe, por lo que aquí se estableció el pueblo arcaico, posteriormente el arahuaco, el igneri o saladoide y el ostionoide o subtaíno.

El nombre de la Cueva es un reconocimiento a la señora María de la Cruz Walker Dueño, procedente de Islas Canarias y a quien se le atribuye la titularidad de la finca donde está localizado el complejo de cavernas. Los herederos de María de la Cruz vendieron los terrenos a Marcial Suárez, quien los cedió al municipio de Loíza, que entonces decide ponerle el nombre de la mujer a la cueva. Una de las descendientes de María de la Cruz Walker, la señora Irma Dávila Ríos, aseguró que su tía-abuela no fue una ermitaña y mucho menos que padecía de sus facultades mentales, lo que desmitifica las leyendas en torno a la mujer que la tradición popular oral ubica refugiándose en la cueva durante el paso de ciclones.

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Importancia ecológica y ambiental

La Cueva María de la Cruz custodia en su cúpula un santuario que alberga alrededor de 40 colmenas, con aproximadamente 90 mil abejas cada una. Aunque los huracanes Irma y María impactaron adversamente al principal de los polinizadores, el santuario prácticamente salió ileso, sin pérdidas considerables. Expertos como Hermes Conde, director de la Escuela de Apicultura del Este, lo atribuyen a la localización de las colmenas en la cúpula de la cueva, que las protegió de la lluvia, las ráfagas y el desprendimiento de rocas y arbustos.Precisamente, el maestro apicultor Conde supervisa el establecimiento de un apiario en la parte posterior del lateral derecho de la cueva, con el fin de producir miel, polen, cera y otros productos derivados del trabajo de la comunidad de obreras y zánganos en las colmenas.

Además de la presencia del santuario de abejas, la importancia ecológica del Parque Histórico Cueva María de la Cruz también estriba en la circulación de varias especies de mariposas, por lo que se ha comenzado a diseñar un mariposario que eventualmente custodiarán el estudiantado del nivel elemental de los planteles de Loíza.

Por su cercanía a una de las áreas más caudalosas del Río Grande de Loíza y por su proximidad al Atlántico, el clima generalmente es fresco, ventoso y agradable. La vegetación consiste de palmas, flamboyanes, arbustos de uvas playeras y de alrededor de cinco ceibas, que custodian la edificación rectangular de piedra caliza y que son deleite e inspiración de las personas aficionadas a la fotografía paisajista.


Relevancia cultural

Llegar al Parque Histórico Cueva María de la Cruz, además de permitir disfrutar de sus instalaciones recreativas para niños y niñas y de su pista de ejercicios para jóvenes y adultos, es comparable con asomarse a una ventana abierta, de par en par, a la cultura loiceña. Por una tarifa mínima de $6, las personas visitantes de otros países y el público en general participan de un recorrido con guía turístico que ofrece una explicación detallada de la relevancia arqueológica y trascendencia antropológica de la Cueva María de la Cruz.

Por si fuera poco, el importe incluye un taller de baile y toque de la bomba de Loíza, por el experimentado músico Marcos Peñaloza, y un taller de turbantes, a cargo de la folclorista Sheila Osorio, quien explica el significado de esta pieza en la cultura africana y su uso en la época colonial. La cultura abarca, además, la gastronomía, bien representada por el reconocido chef Michael Pereira en el quiosco El Vejigante, cuya especialidad son las frituras, los tacos y arroces de mariscos.

Tampoco faltan los artesanos y artesanas de Loíza, que exponen su joyería con papel y aluminio reciclados, sus muñecas de trapo y las réplicas en miniatura de bailadoras, tocadores de bomba y personajes emblemáticos de las Fiestas de Santiago Apóstol, como el vejigante, la loca y el caballero.

De un lugar abandonado, el Parque Histórico Cueva María de la Cruz ya despunta como el corazón de Loíza, gracias a la visión de la alcaldesa Julia M. Nazario Fuentes. Allí converge su riqueza antropológica, arqueológica, histórica, cultural, ambiental, ecológica, social y humana, evidente en la nobleza y el trato amable de sus vecinos y residentes.

Este maravilloso lugar, escenario de conciertos de Richie Ray y de eventos multitudinarios como el Festival del Caldo Santo y el Puerto Rico International Folk Fest, eleva la autoestima de los loiceños y loiceñas y contribuye al desarrollo socioeconómico de la Capital de la Tradición.

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