SUBURBIOS SOSTENIBLES: “LA CIUDAD SUBURBANA”, ¿CONTRADICCIÓN O POSIBILIDAD?
Por: Dr. Fernando Abruña, FAIA- Arquitecto
La densificación, la peatonabilidad, la diversidad en usos, la variedad de sectores económicos poblacionales y, más recientemente, la concienciación sobre la sostenibilidad y el ambiente han sido, entre otros, algunos de los ingredientes principales que por décadas profesionales de la arquitectura, el urbanismo, la planificación y de estudios de la ecólogía han propulsado como antídoto a los problemas generados por la morfología de la ciudad modernista, que fue concebida durante la década de los 30’s y 40’s, evolucionada, implantada y generalizada entre los 50’s y 70’s y que aún sigue con vida en muchos lugares del planeta. Consciente de que no tengo un contrato exclusivo con la verdad y que por limitaciones editoriales no podré discutir todos los elementos que conforman esta discusión, me aventuro a presentar la tesis que argumento en este escrito.
El reciente despertar para fomentar la integración de las acciones antropogénicas con las naturales, junto a las nuevas tecnologías de comunicación, transportación edificación y a las innovaciones sociales resultantes de todas ellas, pueden ser los nuevos instrumentos para transformar los suburbios, por décadas ya criticados y vilificados, en unos espacios caracterizados por la sostenibilidad. En ausencia de un mejor término, llamamosen aparente contradicción- a esta innovación física y social, “la ciudad suburbana”.
Una de las críticas principales a los suburbios consiste en su crecimiento desparramado y de baja densidad que tiene como resultado su ineficiente uso del suelo. Este desparramamiento genera, por necesidad, extensas redes de infraestructura urbana, incluyendo las de transportación, las de suministro de agua, las de disposición de aguas usadas y pluviales y las de distribución de energía eléctrica. Mientras más extensas sean estas redes, mayores serán los recursos necesarios para operarlas y mantenerlas. Así pues, resultará evidente que un edificio multipisos de apartamentos en condominio requerirá de una infraestructura mucho más compacta y eficiente que la que supone la construcción de viviendas unifamiliares que caracteriza nuestros suburbios.
¿Cual es la medicina necesaria para actualizar los suburbios sin tener que entrar en los procesos de “renovación urbana” de la década de los 60’s y 70’s que se caracterizó por la demolición de estructuras existentes (estrategia que aún se utiliza) para ser substituidas por otras de dudosa calidad y eficiencia? Veamos la plétora de opciones que vienen a la mente.
Imaginémonos suburbios transformados por la construcción de una o dos plantas de pisos adicionales sobre una ya existente, sin mayores intervenciones estructurales y usando nuevos materiales resistentes a sismos, capaces de enfrentar vientos mayores de 200 MPH, de mucha mejor eficiencia térmica y de mucho menor peso... Aumentaremos su densidad entre 200 y 300%. La limitación estructural de altura no va en detrimento sino en beneficio de la salud mental de la persona usuaria. Según el arquitecto Christopher Alexander, a través de su equipo de investigación en la Universidad de California en Berkeley, al excedernos por sobre los cuatro o cinco pisos en estos ambientes, el ser humano comienza a perder su sentido de escala y de relación de convivencia. En edificios muy altos, la escala de los automóviles comienza a verse como la de un juguete o la de una maqueta, los árboles comienzan a percibirse como germinados de brécol y el deseo de “bajar” al nivel de la calle se reduce, por indolencia y vagancia, limitando la interacción social con las demás personas.
Pensemos, además, en integrar una amplia diversidad de usos mediante la creación e integración de micro empresas de diferentes tipos que puedan acomodarse en las estructuras existentes y atender las necesidades vecinales y que, a través de las tiendas virtuales que permite la internet, puedan también atender necesidades a escala mundial.
Imaginémonos que al crear estas micro empresas podamos, a la vez, formar una red de servicios que permita la interacción y polinización económica entre ellas y sus potenciales consumidores.
Piensen, el lector y la lectora, en un directorio de recursos de servicios profesionales, técnicos, educativos, recreativos y de salud, entre otros, que podrían estar a la disposición del vecindario a distancias peatonales si la información se organiza para su accesibilidad. ¡Estos directorios ya existen en el mercado! …Son programas que se pueden instalar en nuestros teléfonos inteligentes que nos alertan sobre los servicios más cercanos a nuestra ubicación. En la medida en que se patrocina este tipo de actividad, se enriquece el vecindario en sus dimensiones sociales, culturales y económicas y se comienzan a difuminar las diferencias con la ciudad nuclear tradicional.
En este escenario podemos ya vislumbrar la distribución de bienes a través de “drones” (micro naves aéreas no tripuladas) que permitan la entrega de estos bienes sin transitar las carreteras ni enfrentar los consabidos “tapones” que caracterizan la ciudad centralizada. La posibilidad de lograr autonomía laboral a través de estas nuevas tecnologías de comunicación harán menos apetecible el uso de las carreteras y de vehículos de motor individuales (eléctricos o de combustible). Esta disminución en la intensidad de uso de las carreteras podrá dar paso a micro-corredores de vegetación y esparcimiento que permitan la reintroducción de la naturaleza en los espacios de la ciudad suburbana.
La educación tradicional en recintos universitarios de acero, hormigón y vidrio ya está siendo transformada. En algunos casos, son sustituidos por unos recintos virtuales, en los que la transferencia de información y conocimiento se da a través de la “nube cibernética” que administra estas interacciones a escala global sin necesidad de edificios ni salones.
El acoplamiento de la internet inalámbrica como plataforma para la programación y control de equipos, sistemas y actividades repetitivas nos permitirá “dialogar” con las neveras, los hornos, las luces, las alarmas y la restante cornucopia de aparatos electrónicos y eléctricos que el mundo contemporáneo nos ofrece. Estos “diálogos programados”, que de otra forma abacoran nuestra psiquis operacional, potenciarán la reducción en el consumo de recursos y energía.
El escenario de lograr reciclaje y compostado autónomo en el mismo sector donde se genera la materia prima, se avecina con celeridad y puede aplicarse con relativa facilidad en la escala del suburbio.
El lograr total autonomía energética a través de la generación distribuida, individual (por edificio) o en micro-redes (por sectores) con el uso de fuentes renovables apunta a la eventual desaparición de las plantas termoeléctricas generadoras que ahora caracterizan la generación y distribución centralizada de este servicio. El reciente anuncio del empresario Elon Musk (principal oficial ejecutivo de la Compañía Tesla) de ofrecer una unidad de batería de litio de escala residencial posibilita cambiar, en corto tiempo, la manera en que concebimos la generación, distribución y consumo de electricidad. Las extensas redes que alimentan los suburbios se harán innecesarias y dejarán de existir. Cada edificio generará su propia energía y se consumirá en el mismo lugar. Esta estrategia le añade una deseable “densidad virtual” a la ciudad suburbana.
El mismo escenario puede proyectarse para el suministro de agua potable y la subsiguiente disposición de aguas grises y negras. La estrategia de cosechas de agua de lluvia sobre los techos de las estructuras (mediante tecnologías ya accesibles en el mercado) permitirá la autonomía de cada edificio con respecto al agua. Los efectos de la sequías que afectan a las personas abonadas de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados serían mitigados ya que la captación de agua no se limitaría a los embalses existentes. El conglomerado de todos los edificios de esta ciudad suburbana actuará como un omni-embalse capaz de atender las necesidades de agua en el mismo lugar donde se cosechan, haciendo innecesaria y obsoleta la compleja y “bizantina” red de distribución actual.
La integración y la administración de las cuencas hidrográficas podrán, presumiblemente, operarse con mayor eficiencia en este escenario de ciudad suburbana que esbozamos. La disposición de aguas grises podrá hacerse mediante su inyección subterránea en los patios de las estructuras existentes; las negras podrán procesarse a través de humedales construidos, diseñados para integrarse en el ciclo hidrológico.
En resumen, la posibilidad de lograr autonomía de todos los sistemas y servicios que tradicionalmente se han hecho a través de extensas redes permitirá la transformación de los suburbios en nuevos focos densificados de interacción social y de producción.